Gran migración: el mayor espectáculo de la naturaleza

Por: J. Brandoli/ F. Blasone (texto y fotos)
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Primero debieron ser unos mil ejemplares. Pastaban mientras caía la noche no muy lejos de la puerta de entrada del parque. “¿Está es la gran migración?, le pregunto a Wilson, el chófer de loveliveafrica y nuestro compañero de viaje. “No, este es un grupo pequeño”, me responde mientras yo no alcanzó a ver el final de la manada de cebras y ñus.

No me engañaba, en los tres días siguientes de recorrer el Serengeti pude ver la magnitud de la conocida como gran migración.  En redondo, siguiendo el ciclo de las lluvias, se desplazan más de dos millones de ungulados que llevan con ellos una explosión de vida animal.

Siguiendo el ciclo de las lluvias se desplazan más de dos millones de ungulados

Es un espectáculo único, una de esas cosas que hay que contemplar antes de morir. En una ocasión nuestro coche se metió en el medio de una gran manada de decenas de miles de ejemplares. Era impresionante ver cómo nos rodeaban, corrían, pastaban. Justo en aquel lugar, en dos árboles distintos, había tres leopardos mirando la escena. Dos crías en las ramas de una acacia y su madre justo en la acacia de al lado.

Esa tarde recuerdo que subimos hasta un mirador del Serengeti y fotografiamos la inmensa sabana llena de puntos hasta donde ya no alcanzaba la vista. Era el grupo grande esparcido en unos cuantos kilómetros cuadrados devorando el verde que los rodeaba. El día anterior, el grupo había pasado frente a nuestro maravilloso Dunia Camp.

Fotografiamos la inmensa sabana llena de puntos hasta donde ya no alcanzaba la vista

La Gran Migración es además un equilibrio para el ecosistema. Por donde ellos pasan la hierba es recortada de forma natural y el campo es abonado de forma constante. Las manadas las ves por todos los lados. En hilera, andando, con las cebras comandando.»Los ñus las siguen porque son más inteligentes y ven mejor», me explica Wilson. «Les gusta estar cerca de ellas».

En una ocasión, volviendo de unas piedras en las que había cinco leones, tropezamos con una cebra muerta. Acababa de morir. Quizá una cobra, quizá una enfermedad. Decidimos esperar durante casi 30 minutos a ver qué pasaba. Llegaron los buitres, Fue espectacular verlos descender por decenas y  pelear por hincar su pico en la carne. De pronto, uno de los buitres partió el estómago de la cebra, siempre cargado de gases al tener un solo estómago, y hubo una explosión de aire. Todos los buitres huyeron despavoridos por la explosión. Y allí estábamos nosotros, pegados, viendo todo.

Todos los buitres huyeron despavoridos por la explosión

Pero lo mejor llegó al final. Camino del aeródromo del Serengeti para coger un vuelo a Zanzíbar encontramos esa escena que uno siempre tiene en la cabeza por los documentales televisivos. Decenas de miles de ñus y cebras debían cruzar un río. De pronto, parte de la manada comienza a trotar en estampida y a saltar unos sobre otros mientras cruzan las aguas. Sus propias pezuñas van haciendo un agujero en el lodo y cada vez les es más difícil atravesar el caudal. Algunos que quedan varados en el barro. Así hasta que uno, aleatoriamente, decide parar y todos se quedan quietos tras él.

Entonces, los que estaban en el barro salen del agua y algunas crías retorceden  buscando a sus madres que no cruzaron. Hay como un silencio, un parón, hasta que de pronto un ñu, sólo uno, comienza a correr y arrastra a miles de ellos tras él para cruzar de nuevo las aguas. Así pasa en un juego infinito en el que otra vez volverán a detenerse unos cuantos miles de ejemplares después para volver después a correr. Genial. Un ir y venir de la mayor concentración de vida que jamás contemplé.

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