La geografía fantástica de la cumbre errante (II)

Con el trono del Everest se acabó la esperanza de encontrar todavía la gran sorpresa perdida de montañas gigantes y escondidas, el sueño de cuando aún la Tierra tenía geografías posibles ocultas en lo desconocido.
Everest desde el monasterio de Rongbuk

En el siglo XX, algunos exploradores europeos y americanos de cordilleras remotas en el interior de China, las de Kunlún y Hengduan, creyeron atisbar en ellas dos picos prácticamente desconocidos que sobrepasarían la altitud del Everest, el Amne Machin y el Minya Konka, lo que dio lugar a nuevas comprobaciones geográficas hasta que, hechas éstas, las aguas altimétricas volvieron a su cauce y el Everest prosiguió en su trono.

Pero aún hay más. Cuando Humboldt recoge en 1849 la supuesta ubicación por Lloyd y Gerard, en 1840, de montañas de 30.000 pies en una enigmática “Tartaric Chain”, el gran geógrafo confiesa que no sabe dónde puede estar tal cadena, tal vez al norte del Himalaya, por el Kailash o el Kunlún. De hecho, cualquier mapa de “Tartaria” lo hacía impreciso, pues tal denominación abarcaba desde la costa norte de Siberia hasta el Himalaya y del Mar Caspio al Mar de China. Algunos dividían tan amplia región en Tartaria Rusa, Tartaria India y Tartaria China.

En el siglo XX, algunos exploradores creyeron atisbar en cordilleras remotas de China dos picos que sobrepasarían la altitud del Everest

Pero en el Atlas elemental de Tomás López, impreso en Madrid en 1792, hay un mapa, el nº 18, del “Imperio de la China”, que representa una parte de dicha Tartaria China. En ésta aparece el lago Kokonor, y cerca, en su sitio, la ciudad de Xining (titulada aquí Jining). Al sur de ambos tiene el mapa dibujada una cadena de montañas que está circundada por el Río Amarillo, es decir, tal como es realmente la estribación oriental del Kunlún en la cadena del Amne Machin. Más al sur está marcada la ciudad de Chengdú (aunque rotulada como Tchintu) en la provincia de “Setchuen” (el actual Sichuan) y a su inmediato oeste sitúa varias cadenas paralelas, de neta dirección norte-sur, de nuevo tal como es en líneas generales la actualmente llamada cordillera Hengduan. En ellas, la más oriental sería lógicamente la  alineación montañosa de Duxue Shan, es decir, donde se sitúa el Minya Konka, y la situada más al oeste, sería la del Meili.

¿Se referiría a estas cadenas, ya dibujadas con bastante aproximación por Tomás López en 1792, la imprecisa mención en 1840 de la “Tartaric Chain”? ¿Derivaría del conocimiento de la posición de estas cadenas la primera idea de que se situaran en ellas las altísimas montañas de Lloyd y Gerard, que luego, ya en el siglo XX, los exploradores Pereira y Rock concretarían en los picos del Amne Machin y del Minya Konka? Parece bastante posible.

Humboldt confiesa en 1849 que no sabe dónde puede estar la “Tartaric Chain”

En resumen, en la Novísima Geografía Universal de Onésimo y Elíseo Reclus, compuesta en buena parte en el último cuarto del siglo XIX, que tradujo Blasco Ibáñez al español en 1906, su tomo sobre Asia se abría con un grabado del geógrafo y artista pirenaico Franz Schrader con el “Gaurisankar” en la lejanía, cuyos perfiles podrían asimilarse en grandes líneas a los rasgos hoy bien conocidos del Everest. Conviene advertir que el pico Gauri Sankar sí existe en la cadena del Himalaya, pues con tal nombre se conoce a una montaña de 7.134 m. no muy alejada del Everest pero claramente distinta, como puede apreciar el lector en un mapa actual de cierto detalle. Pero ni su silueta ni sus detalles coinciden con los del grabado.

Y en el apartado de su texto sobre el Himalaya y el Karakórum escribían los hermanos Reclus frases significativas y explícitas: “el ‘Radiante’ (8.840 metros), el Gaurisankar de los indos, el Tchingopamari de los tibetanos, el Everest de los ingleses, que no han vacilado en descoronar de su bello nombre sonoro al monarca de todos los picos del mundo, rey amenazado, no obstante, en toda su majestad, pues se sospecha que, 80 kilómetros más allá, dos montes del Sikkim son más altos que él. El Kintchindjinga (8.478 metros) o las ‘Cinco Nieves Brillantes’ tiene cinco grandes glaciares sobre sus cumbres. El Davalaghiri o ‘Monte Blanco’ usurpó algún tiempo el rango y honor del primero de los picos”.

No han vacilado en descoronar de su bello nombre sonoro al monarca de todos los picos del mundo

La altísima montaña tanto tiempo errante por el mundo por fin se había detenido, y bien elevada, entre sus congéneres donde mejor podía estar: en la soledad del Himalaya. No obstante, con ello se acabó la geografía fantástica de la cumbre errante más elevada de la Tierra: es decir, la esperanza de encontrar todavía la gran sorpresa perdida de montañas gigantes y escondidas, el sueño de cuando aún la Tierra tenía geografías posibles ocultas en lo desconocido.

 

Este artículo está extraído de una parte del prólogo de Eduardo Martínez de Pisón a la traducción del libro “Claudius Bombarnac””, de Jules Verne, publicada en Madrid por Fórcola Ediciones en 2013.

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