Os juro por Snoopy, y que se caiga el techo del VIPS si miento, que yo, en esta mi primera incursión en el mundo de los blogs, os iba a hablar de pectorales, culos y tabletas de chocolate o “six pack”, como los llaman aquí. Tanto masculinos como femeninos. Al fin y al cabo eso es lo que pone y espera oír el personal de una ciudad tan excesiva, siliconada y tan de gente guapa como Miami.
Pero es que el otro día, al salir a correr por mi barrio que es, o sea, como un poco pijillo (Brickell, para los amantes del Google Earth) pues me encontré con que estaba celebrándose el cumpleaños de un niño.
Nada fuera de lo normal para lo que se da en la zona: hot dogs, castillos inflables gigantes, payasos, un mago, un carrusel de caballitos pequeño…, que la crisis no está para derrochar billetes y un artista de esos que hace perros salchicha con globos.
De lo más normal para el área, hasta que descubrí el elefante y dije: “Coño, yo esto tengo que contarlo ahora porque sino luego se me olvida”. Ahí lo tenían, al pobre animal, para que los niños se dieran una vuelta en él, como hacen en Pamplona, mi ciudad querida, en Navidades con tres dromedarios.
Lo gracioso es que al elefante no le hacía caso nadie y yo pensando, jodé y yo cuando era crío que para nosotros ya era algo extraordinario el poder comernos todos los sandwiches de nocilla que quisieramos, y estos de aquí que tienen un elefante y no le hacen ni el más puñetero caso. En fin, Miami es así, gente con mucho dinero. Como me contaba un amigo, “Yo la platica la hago en mi país pero gastármela, me la gasto en Miami”.
Así que nada, la próxima semana pectorales, culetes y abdominales para cascar nueces. Eso si no me cruzo antes con una jirafa en un deportivo descapotable, tuneado y con chofer, que aquí por ver, uno puede ver de todo.