Historias del Bronx: los graffitis del Distrito Apache

Por: Ricardo Coarasa (texto y fotos)
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[tab:el viaje]

Es uno de esos nombres que se escuchaban tragando saliva. El Bronx. Para los que hemos crecido con películas como “Distrito Apache” o viendo a Charles Bronson perseguir delincuentes por sus calles, este barrio de Nueva York era sinónimo de peligro. Ahora, las historias marginales están contadas en los graffitis de sus edificios, en las zapatillas que cuelgan de los cables de la luz. Y ahí sigue, en el centro de ese lado oscuro codiciado por Manhattan, la mítica comisaría de Fort Apache.

“En Nueva York hay un barrio donde incluso los policías tienen miedo”. Así promocionaba Twentieth Century Fox en 1981 la película “Fort Apache: The Bronx” (en España “Distrito Apache”), protagonizada por el inmortal Paul Newman, una cinta que giraba en torno a la comisaría del mismo nombre, situada en la zona más caliente del Bronx neoyorquino, al norte de Manhattan.

Lo primero que llama la atención cuando se recorre (sobre ruedas, hay que dejarlo claro) la zona más conflictiva del Bronx, que durante la década de los setenta se ganó a pulso ser considerado el barrio más peligroso de la Gran Manzana, son los murales que adornan algunas de sus fachadas, verdadera historia viva de los capos juveniles del distrito. Aquí se les conoce entre los hispanos como “gangas” y, al más puro estilo de la mafia siciliana, se reparten sus áreas de influencia que defienden con uñas y dientes.

Cuando uno de ellos muere (casi siempre por un encontronazo con la Policía o con bandas rivales), sus compañeros le pintan un graffiti como homenaje y cuelgan sus zapatillas preferidas del cableado eléctrico. De modo que no es demasiado difícil descubrir un par de deportivas pendiendo de forma grotesca del tendido mientras circulamos por la calle 138. Pero el Bronx ya no es el distrito más peligroso de Nueva York, eso dicen al menos las estadísticas de criminalidad de la ciudad, que en el momento en el que lo recorrí situaban a otros ocho distritos por delante.

Lo primero que llama la atención cuando se recorre la zona más conflictiva del Bronx son los murales que adornan algunas de sus fachadas, verdadera historia viva de los capos juveniles del distrito.

Da igual, por el Bronx se pasea conteniendo, casi, la respiración, con los prejuicios cinematográficos acechando en cada esquina y los nervios atenazados. Cuesta sacar la cámara para fotografiar los murales y mucho más echar pie a tierra en busca de una mejor perspectiva. Pasamos por delante de una cárcel de ventanas enrejadas y muros de espirales de alambre espinoso. Pero no, no es una cárcel, sino un colegio, donde en la puerta en lugar de un recepcionista sonriente hay un detector de metales.

El hermano traidor

Muy cerca, en el cruce de Melrose con la 151, nos damos de bruces con el graffiti de Manuel Contes, muerto en noviembre de 1994 a los 57 años. Sobre una bandera de Puerto Rico se puede leer: “Peace in the community” (paz en el barrio). Supongo que se trata de algún tipo abatido en una refriega o un líder vecinal que trabajó para moldear un Bronx mejor, quién sabe. Otro mural, éste en la calle 157, es mucho más explícito. “A brother can´t be a friend, but a friend can be a brother” (un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo sí puede ser un hermano), reza la leyenda escrita bajo la imagen de un joven hispano muerto en una balacera con la Policía tras ser delatado por su propio hermano.

El Gobierno de Estados Unidos está empeñado desde hace años en ganarle terreno a la delincuencia en el Bronx. La presión inmobiliaria de Manhattan es tremenda, y Nueva York no puede permitirse el lujo de desaprovechar un barrio donde hay suelo para levantar edificios de oficinas y apartamentos. Para alentar a la población a trasladarse a este distrito, se ofrecen viviendas a mitad de precio y con préstamos a bajo interés y 30 años de plazo. Que todo el Bronx se convierta en un lugar seguro es sólo cuestión de tiempo, como ha ocurrido, por ejemplo, con Harlem (adonde el mismísimo Bill Clinton trasladó su despacho profesional tras dejar la Casa Blanca).

En la esquina de Washington Avenue y la calle 159 echamos por fin pie a tierra. Frente a nosotros, un edifico de ladrillo rojo con una placa. “36th Precinct Police Station”. A las puertas, un coche de Policía blanco con sirena de esos que derrapan en las películas por callejuelas estrechas persiguiendo a malhechores. Estamos en Fort Apache, donde se rodó la película del mismo nombre, reconvertida ahora en punto de atracción turística. Éste es, sin duda, el lugar más seguro del Bronx.

La comisaría temática

Visitamos la comisaría, donde han puesto en marcha una campaña para intentar disminuir el número de armas de fuego en el distrito. Por cada una que se entregue, la Policía da a cambio 100 dólares sin preguntar la procedencia. El problema es que por la mitad de ese dinero pueden encontrar en el mercado negro un arma “caliente” (buscada por la Policía), con lo que la espiral no se detiene. No obstante, los agentes consiguen cada año por esta vía la entrega de más de 1.200 armas de fuego.

Morir el 12-S. Su esquela, su malhadada historia, seguramente se perdieron en la conmoción de una ciudad herida, pero sus compañeros no lo han olvidado.

En los calabozos, un detenido se confunde con la penumbra. Apoyado en los barrotes, ni siquiera presta atención a los extraños, que siguen recorriendo este pequeño parque temático del orden y la ley. Las paredes están llenas de los rostros de delincuentes en busca y captura. En un lugar preferente, otras fotografías, las de los 25 agentes de esta comisaría que perdieron la vida en los atentados del 11-S. Al lado hay otra más grande de un joven policía que, tras trabajar sin interrupción más de 30 horas ese día aciago, se mató cuando regresaba a casa y se quedó dormido al volante. Morir el 12-S. Su esquela, su malhadada historia, seguramente se perdieron en la conmoción de una ciudad herida, pero sus compañeros no lo han olvidado.

Durante el rodaje, nos explican, la comisaría no cerró. La mayoría de las escenas se grabaron en la sala de reuniones, y al otro lado de la puerta se seguía trabajando con normalidad.

De vuelta al monovolumen, pasamos frente a otra escuela envuelta en rejas, la Adams School. Muy cerca de Westchester, bajo las vías del metro que pasa por Simpson St., otro mural-homenaje, uno de los más célebres, el pintado en recuerdo de Amadou Diallo, muerto en un tirotero con la Policía en 1999. Unas calles más arriba nos damos de bruces con dos graffitis contrapuestos. El primero, a la mayor gloria de un narco desaparecido. El segundo, pintado en memoria de Jonathan, un adolescente al que mató una bala perdida en un enfrentamiento entre la Policía y una banda de delincuentes. Los contrastes del Bronx dibujados en sus paredes.

[tab:el camino]
El Bronx está al norte de Manhattan. Se puede llegar en metro (líneas C, D, 4, 5 y 6). También se puede optar por contratar algún tour. Para los hispanohablantes recomiendo Ar-col Travel (www.arcol.com) , una agencia con guías suramericanos con gran conocimiento de la ciudad.

[tab:muy recomendable]
-El Bronx lucha por despojarse del estigma de la delincuencia. Conviene recordar que en el distrito hay siete universidades, un fabuloso jardín botánico, el New York Botanical Garden (www.nybg.org) y uno de los zoos con más renombre del mundo y el más grande de los Estados Unidos, el Bronx Zoo (alberga 4.500 animales de 500 especies). Más información en www.bronxzoo.com.

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Comentarios (5)

  • Grafitero

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    Los graffitis han sido siempre una forma de expresar el arte irreverente en la calle. Hay auténticas obras de arte, con mucho mensaje, pintadas en las calles de muchas ciudades. Enhorabuena por el reportaje y por reconocer darle carácter histórico, social y artístico a una forma de expresión.

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  • ricardo

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    Muchas gracias grafitero. Efectivamente, como bien dices el arte no sólo está colgado de las paredes de los museos.

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  • MereGlass

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    Las Historias del Bronx sobre ladrillo desnudo, pintadas en aerosol y escritas con sangre. Gracias, Ricardo, por compartir con nosotros un extraordinario testimonio del infierno en las calles

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  • bea

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    Qué bueno! Una mirada muy original del Bronx. Recomiendo a los lectores de VaP ver el reportaje sobre la ruta de la mafia en Little Italy en esta misma web. Muy recomendable para visitar NY. Saludos y felicitaciones por el trabajo

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