La encrucijada de Egipto: «No estés triste, mamá, si muero joven»
Aterricé en El Cairo hace un mes y medio. Después de darme una ducha rápida, me encontraba en un viejo Corolla con Abu Maamar, un yihadista que guardaba silencio. Yo jugaba con una pulsera, compulsivamente, preguntándome si debía hablar o no.