No fue fácil dejar Sudáfrica, la Policía estuvo toca pelotas, riesgos de las fronteras, y querían que yo pagará una multa porque me había caducado la visa. “Llama a tu jefe -le dije-, pero ahí pone claro que tengo permiso hasta el 15 de septiembre”. El tipo debió pensar que me iba a poner pesado y que era más fácil estamparme el sello y que me perdiera por el desierto de Namibia. Salimos.