ntonces escucho nítido y cerca el aullido de una hiena. Parece que estuviera detrás de la cerca de madera que me protege. Vuelvo a escuchar la inquietante risa del mamífero. Me paro un segundo, sonrío. Me apasiona la África salvaje. Allí, en el Kandili lo es, real, abierta, sincera. Cierro el grifo y ahora escucho sonidos en plural, son varias.