Mozambique: el dilema de la corrupción en la cooperación africana

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Texto y foto: Javier Brandoli

Pocas veces en una noche he tenido tanta información de la cooperación en África como la que adquirí mi último día en Maputo. El embajador español tuvo la amabilidad de invitarme a cenar en su casa para que conociera a algunos cooperantes españoles. Yo esperaba un encuentro con cuatro o cinco personas, pero la cita reunió a más de 30 spaniards de Mozambique.
Me senté, escuché y aprendí. La cooperación es siempre un tema convexo en el que es fácil caer en los tópicos del alago y del desprestigio. “Hoy me pillas en un mal día, esto es una mentira que usan los políticos”, me decía un cooperante catalán que lleva varios años por la tierra. “El Gobierno usa este tema como arma electoral. No les interesa. Los otros, los del PP, harán lo mismo”. Una compañera le anima y me dice: “Fue un día complicado”.
La cena, excelente, derivó en una última mesa de “ilustres” donde los mensajes eran contundentes. Sirvió como debate entre ellos mismos, cada cual con mirada propia. Reproduzco el reportaje que escribí en el periódico El Mundo de este encuentro. No sabría explicar dos veces lo que escuche Creo que puede ser interesante leer este artículo para entender algo más lo que supone la cooperación. Pongo en cursiva algunos comentarios que no expliqué en el artículo.
Artículo El Mundo

En septiembre del año pasado las afueras de Maputo, capital de Mozambique, amanecieron tomadas por los más pobres. «Las calles estaban bloqueadas, no se podía salir. Era una multitudinaria revuelta de gente que quería tomar la ciudad», me explica Alberto Cerezo, segundo jefe de la embajada española.
El motivo fue la subida de un meticai (0,02 euros) en el precio del transporte. El ejército y la policía tuvieron que emplearse contundentemente para apaciguar una espontánea revolución de miles de personas que amenazaba con acabar con las instituciones por 0, 02 euros. Hubo 73 muertos. “Nos reconocieron algunas autoridades que se temió perder el control», explica el Embajador español Eduardo López Busquets. (Es decir, el país estuvo a punto de saltar por los aires por 0,02 euros. Piensen en lo que significa y en  el resultado de vidas que se cobró).
Mozambique es el país del África subsahariana y el segundo de todo el continente tras Marruecos que más dinero recibe de la cooperación española, 50 millones de euros (estado y comunidades autónomas).
Un país que durante algunos años fue el más pobre del mundo (en los tiempos de la guerra civil que se produjo tras la independencia de Portugal) y que tiene una anomalía presupuestaria, el 48% de su presupuesto viene de la cooperación. Es decir, casi 1500 de los 3000 millones de dólares con los que cuenta el país son donados. España aporta cerca del 2,5% del presupuesto del país.
«Mozambique ha sido el país modelo, el lugar donde todo el mundo venía a cooperar por sus buenos resultados», explica Violeta Domínguez, coordinadora general de Cooperación de la Aecid (agencia de cooperación internacional española). Su bajo desarrollo económico, basado en una agricultura de subsistencia, se demuestra con un ejemplo muy gráfico: «Hay escuelas de tracción animal para el arado, no mecánica. Hay que enseñar en algunas zonas a arar con mula», recuerda José Alberto Toronjo, primer secretario de la delegación de la Unión Europea. (En los diez días de estancia en el país no vi un solo latifundio, aunque lo hay. No hay apenas empresas que hagan rentable la tierra. Hay una ecuación entre hambre, comida y tierra)
Sin embargo, las alarmas de que algo está fallando saltaron el año pasado. «En el último informe económico se ha constatado que el país crece a un 7% anual y sin embargo la pobreza ha aumentado entre la población», explican en la Embajada. (Todos reconocieron que la corrupción es una parte que hay que aceptar para cooperar en África. Hay que intentar que sea mínima, pero es inevitable. Un país más rico con gente más pobre. ¿Quién se lo lleva?).
Dos datos son significativos: El 80% de las exportaciones del país lo acaparan cuatro empresas; el hombre más rico del país es el presidente, Emilio Armando Guebuza, un empresario con negocios en casi todos los sectores de producción. «Los mozambiqueños tienen que quejarse menos y trabajar más», leí que decía a sus compatriotas en un periódico, cuando ya iba camino del aeropuerto. (Otra de sus frases míticas que me contaron fue en un discurso para el pueblo en la televisión en el que dijo en un momento. “mis colegas los empresarios deben entender…” El alto cargo que me lo dijo me decía “no hace falta decir más.”).
Esta situación ha provocado que se esté replanteando por enésima vez el modelo de cooperación. «Lo fácil es hacer escuelas que consigan que en cada clase haya 60 niños en vez de 75, pero no tengo claro que ese sea el mejor camino», dice el embajador español. «Creo que aquí se podría apostar por el turismo. Mozambique puede ser el nuevo Cancún de África», dice, «una forma de conseguir que haya movimiento económico». (Mandar  a España un informe de que se han hecho cien escuelas hace creer que se ha hecho algo, que el dinero no se ha tirado, pero no es la solución, explicaba Eduardo).
Es una idea dentro de un difícil panorama. «La cooperación de los países del norte de Europa aprieta mucho. Casi le dice al Gobierno cómo tiene que gobernar. Los países mediterráneos trabajamos con ellos más codo con codo, entendiendo que ellos tienen que decidir también», explica Violeta. «Es sorprendente ver llegar a algunas personas y ponerse a dar órdenes de cómo hacer las cosas sin entender nada de la gente con la que están hablando», afirma Jesús Pérez, un español que lleva nueve años trabajando en cooperación en la zona norte del país, Pemba.
El año pasado, tras el proceso electoral, hubo ya alguna amenaza de retirada de fondos de los países nórdicos sino cambiaban algunas cosas. Una condena para miles de personas que tienen en el dinero extranjero su único acceso a un servicio público. «Este mes se inauguró un nuevo mercado de abastos en Maputo que fue construido íntegramente con dinero de la cooperación española. El alcalde de la ciudad, miembro de Frelimo (partido gobernante que controla todo el país), decía a sus ciudadanos en la inauguración: Cuando Frelimo promete, Frelimo cumple».
Ese es el peligro; según los cooperantes, una especie de adocenamiento en el que se sabe que alguien hará el trabajo que les corresponde impulsar a ellos. «En el sector médico eso está pasando. Hay una relajación total a la espera de que seamos nosotros los que realicemos el trabajo», afirma un grupo de médicos cooperantes españoles.
¿Y el futuro? Todas las personas consultadas por este periódico coinciden en un sorprendente análisis: «Ojalá no se encuentren las enormes bolsas de petróleo que se cree que puede haber en el norte del país. Sería una condena para ellos de corrupción como la que ha ocurrido en Angola». Otros apuntan a una nueva regeneración democrática básica. «Es complicado explicar que aquí nadie paga impuestos directos», comenta Toronjo. Es decir, nadie en Mozambique por muy millonario que sea paga un IRPF, mientras llegan al país millones de euros de contribuyentes extranjeros que los pagan en sus países.
El futuro del país modelo en la cooperación está en el aire. «Yo soy optimista y creo que con dificultades se está avanzando mucho», afirma Violeta. «Hay cosas que mejorar, pero el esfuerzo de todos, incluidos ellos también, es evidente», opina la coordinadora de Aecid. Irse es condenarles.
«Las instituciones funcionan razonablemente bien», dice la Embajada. La cuestión es por tanto cómo mejorar los mecanismos de ayuda. Difícil respuesta. «El famoso puente que cruza la desembocadura del Zambeze lo hizo la UE. Una conexión que permitió unir el país con el resto del país. No lo usa casi nadie, hay muy poco tráfico», explica Toronjo. Sin puente no hay tráfico, sin tráfico no hace falta un puente. ¿El huevo o la gallina?

 

Una última reflexión
Voy a contar una anécdota que viví en primera persona para quizá contextualizar el problema de la corrupción de algunos países con la cooperación en general y no creer que África es un mundo aparte sin reglas. (Desde luego no digo que sea así siempre ni soy yo una voz que conozca el tema para hacer afirmaciones categóricas. Sólo cuento lo que vivo o he vivido en primera persona en algunos lugares). En Ecuador, hace algunos años, fui como periodista a un viaje de prensa y cooperación. Una mañana me encontré en el desayuno a la mujer que de manera privada más dinero aportaba al proyecto, que era institucional. La vi abatida y le pregunté ¿qué te pasa? Tras dar varias vueltas al tema me dice: “Me acabo de enterar que le tenemos que pagar 6.000 euros al cacique de la comarca para que permita que se hagan los proyectos. Estoy pensando en retirarme, no estoy dispuesta a estas corruptelas. Lo que pasa es que si me voy quito fondos importantes al proyecto. Estoy horrorizada”…Al final se quedó y el proyecto salió adelante, con las corruptelas.

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