Una calle cualquiera de África

Fueron dos minutos, nada especial, una secuencia rutinaria y en ese rincón del mundo pasó la realidad desmaquillada ante nuestro ojos. Tiene algo de hipnótico el vaivén de gentes, el trajín con que África se desnorta, sin rumbo fijo, sin más horizontes que el de un presidente menos corrupto que el anterior, una estación de lluvias más clemente

Hoy quiero abrir una ventana a África, colarme en sus calles, en una calle cualquiera. Esperar como esperan ellos a que la vida vaya pasando con sandalias. Fue en un rincón de la ciudad de Gondar, pero podría ser otra ciudad, otro país. No importa, el ritmo de Etiopía es el mismo que el del resto del continente y allí, Alfonso Negrón, nuestro cámara de la vuelta al mundo, plantó su cámara con esa parsimonia africana que le hacía encajar bien entre el gentío.

En el siglo XVII, Gondar llegó a ser la segunda ciudad más poblada del planeta, una referencia en el mundo entero. Cuatro siglos después, no es referencia de casi nada. Aún conserva sus monasterios ortodoxos y el castillo de Fasilidas, en memoria de épocas más lustrosas, pero hoy queremos acercarnos a los hombres que han olvidado su propia historia, pues en África, la anestesia del tiempo devuelve a todos a esas calles de tierra.

En África, la anestesia del tiempo devuelve a todos a esas calles de tierra.

Fueron dos minutos, nada especial, una secuencia rutinaria y en ese rincón del mundo pasó la realidad desmaquillada ante nuestros ojos. Tiene algo de hipnótico el vaivén de gentes, el trajín con que África se desnorta, sin rumbo fijo, sin más horizontes que el de un presidente menos corrupto que el anterior, una estación de lluvias más clemente, un hijo nuevo, un fin de mes con el que alimentar a la suegra, un golpe de suerte en el bolsillo del turista, un amor a la vuelta de la esquina.

Fueron, repito, dos minutos de una mañana cualquiera, de un día laborable, de una ciudad que se nos olvida, de un país que no se reconoce en el espejo, de un continente remendado mil veces. En ese tiempo, en esos 120 segundos, Alfonso no pudo apagar la cámara, no cambió de plano, tal vez para no detener el curso de esas personas al pairo, porque una cámara apagada es como negar el mundo. Fue quizás el pudor del que observa sin inmiscuirse, desde lejos, para no alterar el caos que estaba teniendo lugar.

Un joven da brillo a zapatos ajenos, frotando con tesón para quitar el polvo acumulado de tanto andar sobre la desdicha

En esa calle se mezclaban furgonetas y saludos. Los hombres de andar sereno vestían pantalones de pinzas o camisetas con banderas americanas. Otros llevaban ramas secas, o cañas de azúcar. Las mujeres no perdían el porte cubriendo sus cabezas etíopes con la gracia de la Reina de Saba. Vimos cruzarse relojes dorados con harapos. Vimos miradas furtivas a las jóvenes que por allí pasaban, tal vez para atender una tiendecita de cacharros, o de camino hacia algún templo, o buscando marido, quien sabe. En África los hombres se dan la mano sin complejos y los niños comparten bicicletas, porque sólo ellos se tienen, la solidaridad del vecino es la única certeza. No hay más futuro que ellos mismos, el resto es lluvia y desamparo,

El mundo no sabe que hay una calle en Gondar donde los hombres le sonríen a la tristeza. Donde una mujer, al fondo, en esa misma calle, barre sobre el barro para dignificar su rinconcito de Etiopía y prende un fuego y limpia sus cestos de mimbre, junto a una pared desconchada que anuncia Coca Colas. Aún más al fondo, un joven da brillo a zapatos ajenos, frotando con tesón para quitar el polvo acumulado de tanto andar sobre la desdicha. Y nadie conoce al tipo del tenderete de ropa, que limpia con esmero la manga de una camisa sucia, a ver si esa prenda le paga el arroz de mañana. Y luego un hombre pasea pensativo y unos niños llevan a saber que artesanías, mientras se ríen de la última película que no vieron.

Y así pasa la vida, pasan tantas cosas que a nadie importan, tanto ir y venir de almas abriéndose paso hacia ninguna parte. Era una calle cualquiera en un momento dado. Era África.

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