Hay lugares a los que perteneces sin necesidad de frecuentarlos. Yo pertenezco a Loarre, donde nació mi abuelo paterno, y estoy muy orgulloso de esa filiación. He ido varias veces, no muchas, quizá porque siempre lo he sentido tan cerca que no hacía falta.

La iglesia de San Martín, donde fue bautizado Hernán Cortés, está cerrada al público. Dejó de ser lugar de culto hace más de un siglo y ese abandono litúrgico hizo mella en el templo. Sea como fuere, la pila donde el conquistador de México recibió las aguas del bautismo no se puede ver.

Desplegó el mapa sobre el mostrador con la misma desgana que merece una factura de la luz. Señaló después mecánicamente con unos círculos los sitios que no debía perderme. No asomaba ni un ápice de pasión en sus palabras.

"Si vais alguna vez a España, es a Ronda donde habría que ir. La ciudad entera y sus alrededores son un decorado romántico". Ernest Hemingway se sintió seducido por el influjo de la ciudad malagueña, cuya historia y fisonomía me abruman nada más poner pie en ella.