Son sólo caras, pero hablan por si solas. Cada foto era complicada de entender. Era complicado mirar por el visor y ver que la realidad era la que estaba al otro lado.
Como una bendición ha sido recibida la abundante lluvia del invierno en el humedal manchego, capaz de apagar el devastador incendio de sus turbas subterráneas. Las Tablas se pueblan de nuevo de aves… y de visitantes.
En este patio de colegio donde cae sol a plomo y las porterías se marcan con piedras, como en los campos de nuestra infancia, un ejército de lobos, descalzos la mayoría, mal calzados el resto, muerden en cada balón dividido.
Es imposible, si no se ha visto antes nada sobre esta ciudad, creer que este lugar es el dedo gordo del pie derecho de África. No es malo ni bueno, he aprendido a aceptar, es una realidad que se te tatúa en los ojos si se pasea por algunos barrios escogidos.
En las mismas entrañas de la tierra se esconden en Cantabria las señales que dejó el hombre primitivo hace 200 siglos. Un legado indescifrable a los ojos del hombre actual.