Las estaciones de esquí lloran en verano la ausencia de nieve. Su paisaje resulta igualmente bello, pero sin el blanco invernal los telesillas, arrastres y cañones de innivación artificial resultan grotescos, como resignados al letargo de los meses de estío. Sin embargo, para el montañero, son siempre un punto de partida para caminar hacia las cumbres cercanas.