El asfalto hierve a mediodía. Los primeros rayos de sol son absorbidos por el suelo; pasado un tiempo ya no da abasto y la carretera abrasa. Jalonando los bordes, bulle la fe.

Desde la cima de Montaña Roja se contemplan unas sensacionales vistas de Lanzarote. A nuestros pies, Playa Blanca y el faro de Pechiguera y un poco más allá, la localidad de Corralejo, ya en Fuerteventura. La panorámica incluye las costas este y oeste de la isla de los volcanes. Subir a Montaña Roja es sencillo. El camino, que arranca de la carretera a 300 metros del hotel Rubicón Palace, está muy marcado y la ascensión no es exigente. En apenas media hora se alcanza la cima. También se puede subir a la brava por la cara sur, sin sendero alguno, encaramándose por las lenguas de lava. Arriba espera el formidable viento lanzaroteño, más envalentonado que nunca. Por Ricardo Coarasa.

El mejor regalo que puede hacerte un viaje es mantener intacta la capacidad de sorprenderte. Había viajado a Lanzarote en pos de un turismo de sol y playa y, cuando quise darme cuenta, estaba caminando entre volcanes dormidos en un paisaje desolado por la ira de las entrañas de la Tierra.